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Cmdte. Fidel Castro Herrera/ andina

"Sin vuelos humanitarios, los médicos se morían"

Historias de servidores públicos que tienen la roja y blanca en el pecho

Publicado: 2020-09-25


Era la mañana del Día de la Madre cuando sonó el teléfono celular del comandante Fidel Castro Herrera. La voz que salió de su equipo móvil fue clara: debía dirigirse inmediatamente hacia la base aérea, pues el Presidente de la República había ordenado que el Boeing 737-500, la aeronave presidencial, debía hacer el primer traslado de profesionales de la salud en estado crítico por el covid-19. Colgó el teléfono y le explicó a su esposa, con quien había planeado celebrar ese domingo al lado de su pequeño hijo, qué responsabilidad le habían encargado, recuerda.

Durante el camino, tomó conciencia del mandato de evacuar a médicos, mujeres y hombres que ante la falta de tanques de oxígeno, personal de salud e infraestructura hospitalaria en Loreto estaban impedidos no solo de continuar en la primera línea de batalla, sino también de salvaguardar sus vidas.

Aquel 10 de mayo, cuenta el comandante Castro Herrera, empezó el primer traslado de Iquitos a Lima. En un momento llegaron a efectuar tres por semana, y luego se sumaron los que tuvieron que llevarse a cabo en Piura, Chiclayo, y después en el sur, Arequipa y Cusco, gracias a un equipo de aviadores que él lideró.

“Como aumentaba el número de profesionales de la salud graves, tuvimos que organizarnos y cumplir un protocolo sanitario por el riesgo en el que nos encontrábamos también. Después de un traslado cumplíamos una semana de aislamiento y se complementaba con un test. Podíamos volver a volar; de lo contrario, nos quedábamos en base. Felizmente sigo activo. No sabe la felicidad que causa hacer este tipo de vuelos humanitarios, pues sin este traslado las personas se morían”.

Una pasión original 

Fidel, el comandante sin barba y puro, como el mismo se presenta, es el único en su familia que encontró en la carrera militar una opción de vida. Sus padres son economistas y sus hermanas también. Don Pedro Castro fue decano de la Facultad de Economía de la Universidad San Marcos, y su mamá, doña Beatriz Herrera, vicerrectora de Administración de la misma casa de estudios. La vocación de servicio la aprendió.

Pero su pasión por la aviación viene de muy niño, dice. Por alguna razón, las enseñanzas parentales de respeto a la familia, a las personas mayores las asoció con las Fuerzas Armadas, mientras que ver aviones cruzando el cielo, que salían o regresaban a la base de Las Palmas, cerca de su escuela y de su casa, atrajeron su atención adolescente. Ser aviador de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) se convirtió en su razón de ser.

Aviador por siempre

En este momento, ha retomado sus funciones como subdirector de la Escuela de la Aviación Civil de la FAP, y continúa como piloto cumpliendo la tarea de hacer vuelos humanitarios. Hace poco, trajo de Pucallpa a un ciudadano enfermo de covid-19.

Para Castro Herrera, las mejores armas que tiene la población peruana para superar la pandemia son la solidaridad y el amor al prójimo; de lo contrario, las bajas continuarán, sostiene un militar convencido de que ser aviador es parte de su ser.

“En este momento de emergencia sanitaria, siento que estoy en el punto máximo de mi realización como aviador militar; estoy dando lo máximo de mí. Por eso quiero decirle a la gente que deposite su confianza en nosotros porque daremos nuestra vida para salvaguardar la suya. He sido preparado para eso”.


Escrito por

Susana Mendoza Sheen

Revelar la existencia de servidores públicos con vocación de servicio, es una forma de conjurar la desconfianza que se tiene del Estado.


Publicado en

La peor de todas

Un blog de Susana Mendoza